Su segundo EP, Ser Vivos (2022) muestra una faceta más pesada y densa, pero en el buen sentido del género musical. Desde el nombre alude a un nivel lírico más profundo: El pensamiento humano sobre el estar vivo.

Filosófico y pensativo. Más cuando empezamos a escucharlo, donde los sentimientos agobiantes invaden los imanes que producen sonidos en nuestros dispositivos. Confusión, agonía y desolación. Las aristas más grises y tenues del pensar: «Todo surge a raíz de crisis existenciales marcadas, todas las letras son reflejos de lo que pasa por nuestra cabeza una y otra vez».

Recuerdos y vivencias que nos hacen un peso mental. Bien dicen que no hay mayor verdugo que una conciencia intranquila. ¿Cómo mantener esa conciencia tranquila si todo alrededor es turbio y frustrante? Trigos comenta que «lo bueno de Monte Meteoro es que podemos decir nuestras frustraciones y pensamientos más arcaicos no solo a través de las letras, si no también a través de las notas y rasgueos de las guitarras y bajos».

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